Los factores de crecimiento son proteínas que produce el organismo humano. Son mediadores biológicos que regulan funciones esenciales en la regeneración y reparación de los tejidos.
Las funciones biológicas que estimulan o inhiben son, por ejemplo, la capacidad de atraer y dirigir células hacia el lugar en que son necesarias, la división celular para producir células nuevas, la creación de nuevos vasos sanguíneos, la síntesis de matriz extracelular, etc. Estas funciones le confieren una actividad terapéutica.
Dada la diversidad de factores de crecimiento existentes y las distintas funciones biológicas en las que median, hay multitud de patologías susceptibles de ser tratadas con ellos. En casi todas las especialidades médicas encontramos patologías que se están tratando con factores de crecimiento. En Traumatología, se usan con bastante frecuencia y éxito en la regeneración del cartílago articular en las artrosis, en Oftalmología, en cicatrización de úlceras corneales, en Urología, con excelentes resultados en el tratamiento de la disfunción eréctil, en Medicina estética como bioestimulación cutánea y del cuero cabelludo y un largo etcétera tanto en especialidades médicas que los emplean como tratamientos en los que se aplican.
Hay factores de crecimiento en distintas localizaciones del organismo, plaquetas, riñones, glándulas lagrimales, glándulas salivares, fibroblastos, etc.
Para su uso terapéutico en distintos tratamientos, los recolectamos a partir de las plaquetas, dada su accesibilidad y la abundancia de factores de crecimiento que contienen.
Se hace una pequeña extracción de sangre al paciente. Se centrifuga y una vez separados los distintos componentes, usaremos una parte del plasma en donde se depositan las plaquetas.
Al ser el propio plasma del paciente lo que se le inyecta, no hay ningún tipo de reacción adversa y como única complicación se puede producir un pequeño hematoma que se resuelve en pocos días.